Notas sobre la edición española (Valencia, Calambur, 2021, Edición bilingüe de Muñoz Rivas). Porque aún nos aguardan muchas horas de sorpresa y de gozo, desvelado con la poesía y con la prosa de Guido Gustavo Gozzano, y, si no, al tiempo.
El poeta italiano Guido Gozzano
Poesía,/ porque contigo/ mientras me fui gastando/ tú continuaste...
Así escribió el chileno Pablo Neruda en su “Oda a la poesía”[1]. Unos versos que, cuando pensamos en la vida y la obra de Guido Gustavo Gozzano (1883-1916) nos parecen hechos a su medida, porque en él se cumplió lo del irse desgastando, víctima como fue de la tuberculosis, y también lo de la continuación de su obra.
En Italia, la obra de Gozzano ha caminado sin andas —y eso contando que escritores de la talla de Eugenio Montale (1896-1981) o Edoardo Sanguineti (1930-2010) se ocuparon de ella y bien[2]—, y en España lo ha hecho, en gran parte[3], gracias a la labor incansable del profesor de la Universidad de Extremadura José Muñoz Rivas (Murcia, 1963). Del autor que ahora reseñamos, Muñoz Rivas ha publicado hasta el momento las siguientes ediciones: Poesía (Sevilla y Cáceres, Editorial Renacimiento y Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2014); Los coloquios (Madrid, Visor, 2014); Las mariposas. Epístolas entomológicas (Gijón, Ediciones Trea, 2015); La vía del refugio (Valencia, Calambur, 2017), La ciudad de la fantasía. Prosas para la exposición internacional de Turín de 1911 (Vigo, Academia del Hispanismo, 2018), amén de un más que recomendable libro sobre dicho escritor: Guido Gozzano y el oficio feliz de escribir versos[4], que nos será muy útil para explorar la poética, las fuentes o los anhelos del escritor turinés.
Gozzano pertenece, aunque no sin ciertos reparos por parte de la crítica y simplificando mucho la cuestión, a la generación del último decadentismo, en donde se palpaba una fuerte impronta del vate D'Annunzio. Escribo esto porque el propio profesor Muñoz Rivas se ha referido al “vaivén” existente para decidir si la poesía de Gozzano se podría ubicar en el crepuscularismo, en el decadentismo o en el impresionismo, dependiendo la colocación de tal o cual marbete de la mirada del crítico que la contempla. Aunque, para nuestro propósito, el de presentar al lector a un autor relativamente poco conocido aún en nuestro idioma, nos servirá el fragmento que ahora trasladamos, escrito por quien fue por un tiempo crepuscular (y luego futurista), Corrado Govoni (1884-1965), con el que podremos ilustrar los gustos, los temas y los ambientes de los escritores adscritos a dicho movimiento:
Ho sempre amato le cose tristi, la musica girovaga, i canti d’amore cantati dai vecchi nelle osterie, le preghiere delle suore, i mendichi pittorescamente stracciati e malati, i convalescenti, gli autunni melanconici pieni di addii, le primavere nei collegi quasi timorose, le campane magnetiche, le chiese dove piangono indifferentemente i ceri, le rose che si sfogliano sugli altarini nei canti delle vie deserte in cui cresce l’erba; tutte le cose tristi della religione, le cose tristi dell’amore, le cose tristi del lavoro, le cose tristi delle miserie[5].
En cuanto a sus inicios, de joven, Gozzano cambió sus estudios oficiales de Derecho (que mucho habrían agradado a sus progenitores) por la asistencia como oyente en las clases de literatura de Arturo Graf, que le abrirían, de par en par, las puertas de la poesía. Y desde ese momento, hasta el final de su vida, la literatura será su compañera. Gozzano escribió también relatos, cuentos para niños, y hasta se atrevió con un guión cinematográfico sobre la vida de san Francisco de Asís, aunque por lo que ha pasado a la posteridad ha sido por su poesía.
Yo descubrí a Guido Gozzano como oyente también, y con música de fondo, con sus poemas cantados en un inolvidable seminario —celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura, hará ya más de quince años—, en el que el profesor Muñoz Rivas se acompañó del profesor y también poeta Jordi Virallonga en un diálogo maravilloso sobre Gozzano, y no sólo. Ambos hablaron, diseccionaron y nos cantaron algunos de los poemas de Gozzano al son de viejas melodías alpinas. Y más tarde, ya para unos pocos afortunados, en la cafetería de dicha facultad, la charla continuó, añadiéndose al redil Montale, Pavese, Pasolini... y como codiciado botín de aquel día, todos los libros que habían empleado ambos conferenciantes para su intervención acabaron en mis manos y en las de los otros asistentes de aquel entrañable petit comité.
Tempus fugit. Ahora nos llega la excelente traducción, prologada y anotada de los Poemas dispersos del escritor piamontés. Un grueso volumen formado por las composiciones que aparecieron desperdigadas en revistas y periódicos, o sólo de manera póstuma. Libro en donde se recogen poemas tan estremecedores como “La culla vuota” (“La cuna vacía”), de un crudo lirismo y gran teatralidad, que rompe, incluso, con la catalogación tradicional de lo que es y no es la poesía, ya que, más que poema, “La culla vuota” es casi una obrita teatral en verso, donde se anuda un sobrecogedor diálogo —de versos muy visuales— entre la muerte y una madre que acaba de perder a su hijo, que ruega a la Cierta que le devuelva a su vástago. Texto que a mí me recordó, de inmediato, a las pequeñas obras de Lo invisible, de “Azorín”. Dicen los críticos que el de Monóvar las redactó influenciado por Lo interior, o por La intrusa, de Maeterlinck, y es que fue también Maeterlinck una de las lecturas de cabecera de Gozzano[6]. Es más que probable que sea este el nexo entre el novelista de prosa preciosista y el joven poeta dandi, entre El Segador o el Doctor Death de 3 a 5 y“La culla vuota”.
Fotografía de Guido Gozzano con un felino
“Ex voto” (primera versión de 1910) es otro poema interesante recogido en este libro. Me anoto preguntarle en persona al traductor si hay algo de lírica nipona allí, puesto que los seis breves tercetos que lo componen me huelen a haiku (los dos primeros sobre todos los demás, aclaro), encontrando en ellos, incluso, el kigo, o palabra estacional que sirve para ubicar al poema en un periodo u otro del año. Léase el ejemplo:
S´alza la neve in pace;
la valle che s´imbianca
spicca sul cielo bruno.[7]
Estrofa que queda en español, en traducción del profesor Muñoz Rivas:
Se levanta la nieve en paz;
el valle que se blanquea
resalta sobre el cielo bruno.[8]
Y, así, desgajadas estas partes del grupo, los tríos de versos pierden, incluso, la rima, que tan molesta resulta para los puristas japoneses del haiku.
Son sólo dos breves ejemplos, porque el libro se guarda mucho más. Por todo esto, más lo que no escribo, recibimos con entusiasmo estos luminosos poemas dispersos, primorosamente recogidos por José Muñoz Rivas; y quedamos a la espera de más Gozzano. Porque aún nos aguardan muchas horas de sorpresa y de gozo, desvelado con la poesía y con la prosa de Guido Gustavo Gozzano, y, si no, al tiempo.
Notas
[1] NERUDA, Pablo, Poesía (vol. 1), Barcelona, Noguer, 1974, p. 515. [2] Piénsese, por ejemplo, en algunos de sus trabajos, que siguen siendo fundamentales para cualquiera que desee acercarse a la obra del escritor turinés, como, por ejemplo: MONTALE, Eugenio, “Gozzano, dopo trent'anni”, en Il secondo mestiere. Prose 1920-1979, ed. de G. Zampa, vol. 1, pp. 1270-1280 [1951]; o: SANGUINETI, Edoardo, Guido Gozzano. Indagini e letture, Milano, Einaudi, 1966. [3] En un conciso artículo de Juan Chabás, aparecido en 1925 en la revista Perú (nº 2, pp. 36-37), titulado “Escritores italianos. Aldo Palazzeschi”, el escritor de Denia hace una brevísima alusión al autor turinés. [4] Sevilla, Renacimiento, 2017 (en colaboración con el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura). [5] Texto disponible en: https://blog.dantebus.com/2021/03/a-lezione-con-dantebus-poeti-crepuscolari/ (última consulta: 17/01/2022). [6] Véase, para profundizar en este asunto, el artículo de: PORCELLI, Bruno, “Gozzano e Maeterlinck, ovvero un caso di parassitismo letterario”, en: Gozzano. Originalità e plagi, Bologna, Pàtron, 1974, pp. 27-64 [1969]. [7] En: GOZZANO, Guido, Poemas dispersos (edición bilingüe de José Muñoz Rivas), Valencia, Calambur (Poesía, 169), 2021, p. 284. [8]En: GOZZANO, Guido, op. cit., p. 285.
Comments