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Daniel Jesús Osuna Hernández

Strappare lungo i bordi. Cortar por la línea de puntos

“Sinceramente te deseo que no te identifiques con esta serie. Que hayas llegado a tus 30s maduro emocionalmente, que seas completamente independiente, que hayas podido ahorrar y tengas tu familia, tu casa y tus cosas [...]"


Zerocalcare junto a su personaje, Zero



A mediados de junio de este año fui bendecido (una vez más) con una recomendación de esas que vienen de personas a las que es necesario prestarles mucha atención, pues sabes que lo que te aportarán no te dejará indiferente. Y por supuesto Cortar por la línea de puntos no fue una excepción. Tal y como hago con cualquier producto audiovisual que me encandila, tras recuperarme del último capítulo lo primero que hice fue abrir Filmaffinity y leer críticas en acerca de esta miniserie, tan cortita pero con una dimensión enorme. Así pues, me gustaría introducir este artículo citando a una reseña que le otorgaba a esta serie la máxima puntuación, y que decía literalmente lo siguiente:


“Sinceramente te deseo que no te identifiques con esta serie. Que hayas llegado a tus 30s maduro emocionalmente, que seas completamente independiente, que hayas podido ahorrar y tengas tu familia, tu casa y tus cosas. Para el resto, que seguimos llamando a nuestras madres para preguntarle como cocinar una tarta, que vivimos con ansiedad por no conseguir un trabajo estable o pareja, incomodos con nuestra realidad y con las cosas que nos pasan; y que en definitiva nos parece que las vidas de los demás son mejores que las nuestras en varios sentidos... esta es nuestra serie (…)”.

Bajo mi punto de vista el usuario poolwizard, de Córdoba (Argentina), fue capaz de reunir en estas pocas palabras toda la profundidad que otorga esta serie, en la que el genial dibujante italiano Zerocalcare realiza un viaje a través de sí mismo, narrando los episodios más interesantes de una vida anodina (valga la antítesis) para poder de algún modo encontrarse.


No sabemos si ese viaje ha sido en vano o no, si este dibujante que nos narra su vida a través de sus dibujos y de la primera persona ha podido encontrarle sentido a la vida y abandonar el nihilismo imperante en su psique, pero lo que está claro es que a través de Cortar por la línea de puntos ha podido encontrar a mucha gente que se siente como él. Gente perdida, gente con una constante sensación de estar a la deriva, viendo como sus sueños poco a poco empiezan a deslizarse de entre sus manos como si un puñado de arena blanca se tratara. Todo eso a medida que te vas haciendo mayor y la sociedad te empuja, te empuja con mucha fuerza, a que seas una persona independiente y exitosa, sobre todo exitosa.


Cartel oficial de la serie para Netflix


Pero la realidad es que, tal y como ocurre en el caso de Zero, muchos no encajamos dentro de ese molde impuesto, muchos necesitamos más tiempo para poder encontrar nuestro lugar, y por supuesto, muchos no estamos dispuestos aún a renunciar a nuestras ilusiones a cambio de un sueldo fijo en un trabajo que no nos gusta con el que poder comprar mierda que no necesitamos (aquí la referencia a El club de la lucha se tornaba inevitable). Para esas personas que vemos como poco a poco nuestros sueños más infantiles se desvanecen, y tomamos ese hecho como una losa muy pesada, esta es nuestra serie. Porque al final, somos personas que adoramos reírnos de nosotros mismos, de nuestra situación precaria en materia económica y anímica por supuesto. Y eso es algo que no falta en Cortar por la línea de puntos, un humor ácido rayando en el absurdo que ayuda a sobrellevar mucho mejor la serie y la vida misma.



Por supuesto no podemos analizar a Zero (o sea a nosotros mismos) sin tener en cuenta al armadillo ocre que lo acompaña a todas partes, y que representa a su conciencia. Este peculiar personaje comienza siendo concebido por el espectador como un ser divertido y peculiar, pues es la conciencia de alguien inteligente y espontáneo al fin y al cabo. Pero a medida que avanzan los capítulos ese ser se torna odioso, puesto que esa conciencia no para de molestar y sabotear al pobre Zero, minándole la moral y la autoestima hasta el punto de la apatía total. Ese armadillo llega a tornarse más odioso aún cuando inevitablemente el espectador ve reflejada ahí a su propia conciencia, una conciencia que siempre en tendencia a lo negativo, que no para de sobreanalizar todos los actos, que da rienda suelta a pensamientos intrusivos y que continuamente se está autosaboteando. Una conciencia con la que uno no está a gusto, por lo tanto, la conciencia de alguien que no está a gusto consigo mismo.


Junto con el armadillo, uno de los personajes secundarios más interesantes de la serie es Secco, amigo incondicional del protagonista, totalmente inexpresivo. Secco, aunque en la serie es tratado con cierta comicidad, representa el perfecto paradigma de víctima del sistema: una persona totalmente apática (mucho más que Zero), sin ningún tipo de sueño o ambición, y cuya única meta a corto y medio plazo es ganar dinero jugando al póker online. En toda regla un zombie de la sociedad tardocapitalista en la que nos encontramos inmersos.


Sarah por su parte representa el punto de vitalismo que todo el mundo necesita en su vida para seguir adelante, ese hombro en el que apoyarte y el empuje necesario cuando nada vale nada. Esa persona que te apoyará incondicionalmente a pesar de ser distinta a ti en muchos aspectos, pero también alguien que te dará la bofetada necesaria para espabilarte y a partir de ahí madurar por tu cuenta.


Y por último, pero no menos importante, pues es de manera secundaria el eje de la historia, está Alice. Ella representa el cajón de las ilusiones perdidas, lo que pudo ser y no fue, la chispa que prende de manera constante el mecanismo cerebral y anímico de las “rayadas mentales”. Alice es la llave que abre la puerta que da rienda suelta a todos los pensamientos intrusivos que se hacen poderosos durante la noche, a la hora de dormir. En definitiva, Alice es el elemento esencial que debe estar presente en la cabeza de cualquier persona sensible, especialmente de aquellas que tienden al pesimismo, como nuestro protagonista hace.


Alice siempre está presente. Puede aparecer de diversas formas o recordada de manera vaga, pero a Alice no se la supera del todo nunca. Como siempre digo cada vez que escribo sobre alguna película o serie, intento no dejarme llevar por la emoción y escribir más de la cuenta, mi máxima es la de no hacer spoilers en absoluto, a pesar de lo que me gustaría comentar el final catártico que tiene, con el que no pude evitar llorar como una Madonna.


Así pues, ahora es vuestro turno, te toca vivir la experiencia de Cortar por la línea de puntos, esperando de corazón que no te sientas tan identificado con el protagonista como yo he tenido la mala suerte de hacerlo, tanto en personalidad como en sus duelos. Y por supuesto, queriendo que seas capaz de ignorar al armadillo cínico que puede llegar a ser nuestra conciencia. Para terminar un artículo sobre Cortar por la línea de puntos, es inevitable hacerlo con la primera estrofa de la canción con la que acaba la serie, donde se conforma la catarsis final. Aún duele, pero duele para bien.


I'm coming up only to hold you under / I'm coming up only to show you're wrong / And to know you is hard, we wonder/ To know you all wrong, we won (…)

Band of Horses – The Funeral






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