El Dadaísmo, uno de los movimientos a los que perteneció Hannah Höch. Artista plástica, fotógrafa, diseñadora textil y escritora alemana, utilizó durante más de 50 años la técnica del fotomontaje, siendo una de las pocas mujeres del grupo dadaísta de Berlín, aunque también se relacionó con otros colectivos artísticos como el Novembergruppe o De Stijl.
Bailarina india (1930) de la serie Desde un museo etnográfico (1924-1930)
De todas las corrientes artísticas surgidas a principios del siglo XX hay una que fue especialmente relevante como base de futuras formas de expresión tales como la performance, el arte conceptual o las instalaciones artísticas: el Dadaísmo, uno de los movimientos a los que perteneció Hannah Höch. Artista plástica, fotógrafa, diseñadora textil y escritora alemana, utilizó durante más de 50 años la técnica del fotomontaje, siendo una de las pocas mujeres del grupo dadaísta de Berlín, aunque también se relacionó con otros colectivos artísticos como el Novembergruppe o De Stijl.
Pese a la relevancia que ha ido adquiriendo en las últimas décadas gracias a los estudios feministas y poscoloniales, y a las exposiciones monográficas que le han dedicado el MoMA (1997), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (2004) o la galería Whitechapel (2014-2015), en la mayoría de manuales de estudio se establece que los "grandes maestros" del fotomontaje fueron John Heartfield y Raoul Hausmann. No se suele mencionar a Hannah Höch, y mucho menos como "gran maestra" de una técnica que no abandonaría a lo largo de su vida y, por tanto, con la que experimentó ampliamente desde diferentes perspectivas como la crítica política y social, la fantasía o la abstracción. Tuvo que lidiar con el entorno machista del círculo dadaísta berlinés, donde fue tratada con cierta condescendencia por parte de algunos de sus compañeros ya que era percibida como la amante de Hausmann, sin que se valorase lo suficiente su formación artística o sus propuestas creativas, es decir, se le negaba el estatus profesional de artista solo por el hecho de ser mujer.
Hannah Hoch y Raoul Hausmann - Dada Cordial (1920)
Hannah Höch con Raoul Hausmann en la Primera Feria Internacional Dadá, Berlín, 30 de junio
Höch estudió diseño de libros, de papel para paredes, bordado, textiles y vidrio en una escuela de artes aplicadas de Berlín que cerró en 1914 con la irrupción de la Primera Guerra Mundial. Pese a estar totalmente involucrada en la vanguardia artística, mantuvo entre 1916 y 1926 su trabajo remunerado como diseñadora textil para una importante editorial berlinesa que publicaba revistas y periódicos. En ella realizaba patrones de punto, ganchillo y bordado, así como diseños abstractos modernistas que se verían reflejados en sus creaciones, como se aprecia en Forma blanca. Parece que fue durante las vacaciones del verano de 1918 junto a Hausmann cuando comenzaron a jugar a superponer imágenes fotográficas y supieron entrever las posibilidades expresivas que proporcionaba la técnica del fotomontaje para crear nuevos contextos y cuestionar las normas sociales que desarrollarían durante los siguientes años, tanto en conjunto (en el diálogo de collages y textos Dadá cordial), como por separado.
El Padre (1920)
Forma blanca (1919)
Hannah Höch expuso sus marionetas y sus fotomontajes Panorama Dadá y Corte con cuchillo de cocina a través de la barriga cervecera de la República de Weimar, no sin reticencias por parte de los dadaístas, en la Primera Feria Internacional Dadá que tuvo lugar en la galería de arte de Otto Burchard en 1920. En estas obras aparecen multitud de fragmentos recortados de periódicos y revistas que se apelotonan en un mismo espacio ofreciendo asociaciones de conceptos que interpelan a quien los mira, e incluyen personajes de todo tipo (militares, cargos políticos, anónimos), así como máquinas, objetos industriales o palabras (anti, dadá). Su preocupación se centró, en gran parte de su trabajo, en denunciar una sociedad machista y misógina, con la idea de presentar a la “mujer nueva”, libre e independiente de la República de Weimar y de la Europa de los años 20, que iba ganando en presencia pública y en el acceso a derechos igualitarios y al mundo laboral. En 1920 escribió su sarcástico relato "El pintor."
Corte con cuchillo de cocina a través de la barriga cervecera de la República de Weimar (1919)
Tras la dispersión de los artistas dadá a partir de 1920 y la ruptura con Hausmann en 1922, Höch entró en una fase de experimentación con el collage a base de papeles de colores y patrones de bordado relacionados directamente con la abstracción y la formalidad geométrica de movimientos como el Constructivismo o De Stijl. Entabló una fuerte amistad con Kurt Schwitters, con quien colaboró en varios proyectos, entre ellos realizó dos de las grutas de su Merzbau, y también conoció a Hans Arp, Sophie Taeuber-Arp. László Moholy-Nagy, Piet Mondrian y a Nelly y Theo van Doesburg. A finales de los años 20 comenzó una relación con la escritora holandesa Mathilda 'Til' Brugman que duraría nueve años, y en ese periodo sus fotomontajes abordaron las identidades individuales, sobre todo las femeninas, la androginia o el amor entre mujeres dentro del encorsetamiento de la sociedad burguesa.
Entre 1924 y 1930 realizó los fotomontajes de la serie Desde un museo etnográfico, en los que presentaba una amplia reflexión visual sobre el papel de la mujer en la sociedad europea de su momento yuxtaponiendo imágenes recortadas de revistas con reproducciones de arte tribal. El uso que hace de los referentes de culturas no occidentales, mezclando lo conocido con lo ajeno, le sirve para cuestionar los cánones de belleza femenina y contribuye a diluir la separación entre el yo occidental y el otro primitivo. Debido a las críticas que dirige a la imagen de frivolidad femenina difundida por los medios de comunicación, descomponiendo y recomponiendo cuerpos en los que mezcla distintos modelos culturales de mujer, Hannah Höch ha sido considerada como una de las primeras artistas feministas.
Amor en el arbusto (1925)
Bailarina india (1930)
Madre (1930) - Serie Desde un museo etnográfico
Cuando en 1933 Hitler y el nazismo llegan al poder se le prohíbe exponer su obra públicamente y, aunque piensa en marcharse de Alemania como Kurt Schwitters o Raoul Hausmann, una enfermedad se lo impide y permanece en Berlín. De ese mismo año se conservan unos álbumes de recortes en los que iba pegando imágenes de revistas y periódicos que (solo aparentemente) no incorporaban ninguna carga política y, por tanto, pasarían desapercibidos ante cualquier inspección dirigida por el nacionalsocialismo en busca de artistas a quienes denominaban "bolcheviques culturales". Como ya vimos con la pintora Gabriele Münter , Höch fue la depositaria de muchas obras de arte dadaísta y, gracias a ella, se pudieron conservar al mantenerlas escondidas del Tercer Reich, ejerciendo además como experta conocedora del movimiento y a quien había que recurrir si se quería organizar una exposición sobre Dadá. En 1938 se casó con un hombre 20 años más joven, Kurt Matthies, con quien vivió en una casa con jardín de una zona periférica de Berlín que adquirieron en 1939.
Durante esta época, la obra de Hannah Höch se libera de cualquier cuestionamiento social o político, redirigiéndose a la exploración de su mundo interior, recurriendo a la fantasía y a la imaginación, y alcanzando en la técnica del fotomontaje una libertad creativa que no había explorado antes. En su libro Álbum ilustrado (1945) alternaba rimas sencillas con collages en los que un mundo poblado de animales y plantas fantásticos le servía como contrapunto a la opresiva realidad exterior. Esta investigación continuaría tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría en un Berlín dividido, utilizando durante la década de los años 50 el potencial expresivo del collage para realizar obras abstractas que se podrían relacionar con la gestualidad que se estaba imponiendo en el terreno pictórico del expresionismo abstracto, sirviéndose de los vivos colores que le proporcionaban las revistas de prensa popular.
Álbum de recortes (1933)
Serpiente de mar (1937)
Velas ligeras (1943-1946)
A finales de la década de 1950 y comienzos de los 60, Höch retomó como tema la representación de la mujer. Vuelve a utilizar materiales de la cultura de masas para generar irónicos discursos sobre las actitudes sociales contemporáneas, cuyos títulos recuerdan a aquellos de las décadas de los años 20 y 30. Esta parte de su obra coincide en el tiempo con los movimientos feministas de los años 60 y las corrientes que cuestionaban y se rebelaban contra el denominado "arte elevado" como Fluxus, neo-Dadá o el Pop. Su extensa obra no solo se compone de fotomontajes, también realizó diseños para el Novembergruppe y se dedicó en paralelo a la pintura al óleo y a los dibujos en acuarela, como la serie El parto. Su última obra es un gran fotomontaje a modo de autorretrato de su propia vida que realizó entre 1972 y 1973. La influencia de su trabajo alcanzaría a partir de los años 70 a artistas abiertamente feministas como Barbara Kruger o Martha Rosler, en cuyas obras puede apreciarse un humor y una ironía similares, destacando sobre todo la crítica que dirigen tanto a la representación como al papel de la mujer en la sociedad patriarcal contemporánea.
Portada publicación Novembergruppe (1921)
La eternamente femenina II (1967)
Mujer y Saturno (1922) - El nacimiento (1924)
Mujeres de luto (1945)
Retrato de una vida (1972-1973)
Hannah Höch - La chica bonita (1920) - Martha Rosler Carne caliente - Serie La belleza no conoce el dolor (1966-1972)
Hanna Höch - Desde un museo etnográfico nº IX (1929) - Wangechi Mutu Hipertrofia cervical (2004-2005)
Aunque Hannah Höch no fue estrictamente feminista, ni tenía la mirada que hoy llamaríamos poscolonial que sí posee la artista Wangechi Mutu, analizamos su obra con una carga de conocimiento adquirido y una perspectiva que nos lleva a abrazar sus creaciones como referentes en modelos diversos de belleza, de feminidad, de relaciones interraciales o de amor lésbico, a través de los cuales revisa estereotipos sobre el machismo, el racismo, la androginia o la relación del ser humano con las máquinas. De ahí que su obra pueda analizarse retrospectivamente desde la crítica feminista, las teorías pos-género, cíborg y queer y los estudios poscoloniales. Casi nada.
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