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C. Iturrizaga

La tierra sale a tu encuentro

Una simbiosis entre naturaleza y poesía. La tierra se hace presencia bajo la cálida mirada del poeta, y se cae, vence, se levanta, resurge y enrraiza en los versos, buscando el sosiego en el tiempo pausado de un poema.


Alma Tadema Sir Laurence Spring Flowers



No me traigas la luz cuando estoy en mi tiniebla


No me traigas la luz cuando estoy en mi tiniebla

Y el oscuro pais que habito se me torna el hogar que nunca tuve.

Los besos que no me dieron, flotan en el aire sin dueño,

apartarme quiero del sueño, para poderlos buscar.


Si estoy a media luz, esa mitad de mi ser asoma.

Esa mitad extraña, que duda, que medita,

que quiere gritar y no puede,

que no tiene garganta.


Busco el sosiego en la sombra

en la manga guardo mi carta.

Quiero el sol para otro dia.

Su caricia me hace falta.

Desprenderme de mi otra mitad es dividir mi alma

Déjame a oscuras hoy,

transitando hacia la calma,

Que ya el día explotará y mi sombra hará cenizas.




La favorita


Dónde te puedo encontrar

Buscándote así te siento

Inspiro y retengo el aliento

Cuando te instalas aquí

De la tierra eres hermana,

Hermana gris de los vientos

Eterna viajera encubierta, moras eterna en lo alto.


De dónde beben tus espumas nadie lo sabe o no se puede decir, no saber si lloras o ries, cuando te busco desde mi infancia.

Por ti siempre siento añoranza, te necesitan mis raices como bálsamo fresco,

Como ungüento perfumado.

Levantas los efluvios de la tierra y los aromas de las cortezas enterradas

Con pensamientos en cortezas finamente desplegadas te comparas

Eres el revivir de lo mustio, el elixir de lo ajado

Lo que se debilita y cruje reblandeces y transformas al caer.

Cae fina la lluvia y acaso acaricia los tallos ante tanta amarga sed

Abraza fuerte su visita, no preguntes cuándo ni por qué

Como amante oculta ven a verme sin avisar,

pues por todo te quiero amar,

y tú ya sabes por qué.


Tu no tienes olor, mas das olor al firmamento

La tierra sale a tu encuentro

Para poderte abrazar.


Alma Tadema En un jardín de rosas







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