El proyecto editorial Habla de Arte que dirige desde 2020 la joven cacereña Victoria Otero se estrena en el formato impreso con una cuidada antología poética de Ingrid Vaughan García titulada La tierra que hoy habito (Habla de Arte, 2022).

Imagen de Iván Hernández Montero
Originaria de Bovington, una pequeña localidad del sur de Inglaterra, Ingrid Vaughan no puede negar que lleva más de cuarenta años vinculada emocionalmente a la cultura y los paisajes de Extremadura. Porque lo expresa en la concepción de sus versos, en la elección de los títulos de sus poemas, y en los referentes a los que se dirige y con los que se relaciona. Y porque hace uso de palabras mágicas que se mantienen vivas gracias a las personas que no han dejado de pronunciarlas, aunque sean verbos que no aparecen en los diccionarios académicos.
'Los cuatro elementos' en los que se divide la primera parte del poemario: tierra, agua, fuego y viento, no son espacios cerrados sino cuartos propios con ventanas abiertas que se comunican entre sí. Son categorías que resultan altamente permeables, quedando conectadas de tal manera que muchos poemas podrían ser trasvasados como ríos de una a otra manteniendo intacta la esencia de su cuerpo poético.
La poeta, además de dialogar con la tierra, la lluvia o el crepúsculo, también lo hace con animales concretos, con los pájaros, con los insectos, o con rocas que adquieren nombres populares y a la vez geográficos, dotándole así de veracidad a su existencia. Se dirige a los árboles, a la luz, a veces utilizando voces líricas que quedan inconcretas, abiertas a la interpretación de un trance que nos atraviesa. En su memoria ha quedado marcada aquella primavera de 2020 que nos robaron, lo que nos recuerda que estamos ante una escritora contemporánea. Un lamento por la pérdida de un tiempo en el que nos dimos cuenta de que la naturaleza que observábamos a través de los cristales funcionaba como un engranaje perfecto que no nos necesitaba.

Portada de La tierra que hoy habito (Habla de arte, 2022)
Algunos de sus poemas se enmarcan en ambientes costeros con los que la autora se funde: "creer que soy de arena", "tornarme concha." Resulta llamativo el uso recurrente de una terminología marina, tan asimilada, que llega incluso a vincularla con elementos del interior, ya sea a través de los árboles: "sus troncos barcos naufragados", o las piedras: "y navegar como balsa de piedra / a la deriva". Desde una transparente sinceridad reconoce, tanto sus miedos: "a veces huyo", como sus posibles errores: "no supimos quererte a tu manera." La poeta también nos muestra la muerte como parte de un ciclo natural y comprensible que sigue a la palpitación de la vida, "como puertas que se cierran / a un mundo sumergido." El libro termina con la sección 'Elegías', formada por tres poemas en los que reflexiona sobre diferentes pérdidas, que sirven a su vez de despedida.
Ingrid Vaughan pone su atención en el detalle, en lo sencillo, en la amplia diversidad de los fenómenos naturales que ocurren a nuestro alrededor, fruto de una observación intensa y prolongada, acompasada, de hecho, con los ritmos de la propia naturaleza: "la mariposa que tiembla / no remonta al atardecer", distanciándose de la inaudita aceleración humana. Y lo hace manejando con destreza tanto la musicalidad poética tradicional de los versos octosílabos del romancero, como las rimas asonantes o las estrofas liberadas de toda estructura, comportándose sus composiciones con la misma armonía orgánica que se espera de la naturaleza a la que rinde tributo.
De todos los gestos bellos que se materializan en este libro sobresale el cariño que la editora de Habla de Arte, Victoria Otero, ha mantenido en su proceso de elaboración, en la selección de poemas y en su agrupación en categorías, para ofrecerle así un merecido reconocimiento artístico y objetual a la obra poética de su madre. Parte del cuidado de esta edición recae en la maquetación. En ella se entremezclan algunas imágenes del artista inglés Dante Gabriel Rossetti, que funcionan como preciosas hojas de árbol que le aportan otra textura al mismo papel impreso que sostiene las palabras.
Saludation of beatrice / Sueño de día / Mnemosyne, Dante Gabriel Rosetti. Algunas de las pinturas que ilustran los cinco capítulos del poemario.
La conexión simbólica entre la obra pictórica de uno de los promotores de la Hermandad Prerrafaelita del siglo XIX y la construcción poética de la autora en nuestro presente se entrelaza mediante la búsqueda común de un arte puro y sencillo, por momentos incluso espiritual. No en vano el alma aparece reflejada en reiteradas ocasiones a lo largo de los versos. Los rostros femeninos de Rossetti nos miran con franqueza y desafío desde su precisa exactitud pintada, acompañándonos en el transcurso de las páginas con los ojos muy abiertos. Para poder mirarnos dentro mientras leemos. Y que los versos de Ingrid hagan eco en ellos.
La tierra que hoy habito, está disponible ya para su adquisición a través de nuestra web, en el apartado de "Editorial Habla De Arte". Accede a través del siguiente enlace:
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