En medio de toda la vorágine de lucha y reivindicación se comienza a gestar un cine diferente, uno que pondría frente a las cámaras a los chavales de las barriadas de extraradio que no quedaban tan bonitas en plano; brutalidad policial, persecuciones, robos, sexo explicito…
Juan Molina, Quique San Francisco, Polo Aledo, Enrique Viciano y Óscar Ladoire, 1978
La otra transición
Principios de los años 70. Los españoles ven morir a Franco cómodamente en su cama, irrumpe en nuestra sociedad el movimiento hippie y la liberación sexual que nos trajo el mayo del 68. Estudiantes plantando cara a los grises llenaban las calles con proclamas a favor de la libertad y se pisoteaba la moral encorsetada de la dictadura.
En medio de toda la vorágine de lucha y reivindicación se comienza a gestar un cine diferente, uno que pondría frente a las cámaras a los chavales de las barriadas de extraradio que no quedaban tan bonitas en plano; brutalidad policial, persecuciones, robos, sexo explicito…
Eloy de la Iglesia considera Algo amargo en la boca (1968) su primera película, cuyo guion fue rechazado en tres ocasiones por los censores antes de ser aprobado, obviamente con las debidas modificaciones.
Perros Callejeros, de José Antonio de la Loma, inaugura en el año 1977 el cine quinqui en las pantallas españolas, asentando las características principales del genero; delincuentes precoces nacidos en los barrios marginales de las grandes ciudades.
Años 80. El género quinqui huía del espíritu conciliador de la movida madrileña, y del lavado de cara que la transición estaba ofreciendo de cara a Europa. José Antonio de la Loma, Carlos Saura o el mismo Eloy de la Iglesia distaban mucho de parecerse a Alaska o Nacha Pop. Rozan, continuamente, de forma explicita y sin censura los limites que la libertad recién llegada estaba ofreciendo.
Pretenden oponerse radicalmente a la realidad que vende el cine dominante, cuestionando las “verdades” que la cultura hegemónica nos inculca. Según Antonio Trashorras el cine quinqui muestra «una verdad social prosaica e incómoda de contemplar y contrastar con la España de grandes esperanzas y miradas limpias al futuro que uno tiende a asociar a la Transición [...]»
Navajeros (1980) inspirada en la vida de “El Jaro” un delincuente juvenil que ya era un mito en vida por sus múltiples delitos. Al comienzo de la película aparece un rotulo sobre negro:
“Los hombres no se hacen criminales porque lo quieran, sino que se ven conducidos hacia el delito por la necesidad y la miseria.” TEN‐SI, pensador chino del Siglo V a.Cristo.
Fotograma de Navajeros
José Luis Manzano daba vida al Jaro y ademas compartía la misma realidad social que el personaje al que encarnaba, aunque no era un delincuente o al menos no tenia antecedentes de ningún tipo. Tanto Manzano como los actores secundarios y figurantes son jóvenes que pertenecen a barrios obreros de Madrid.
Dos años después, Colegas (1982), Manzano aparecía con dos jóvenes que se habían hecho un hueco en la esfera musical: Antonio y Rosario Flores. Una película con menor presencia de las drogas pero que no pierde la esencia. José (encarnado por Jose Luis Manzano) tras buscar trabajo sin éxito alguno se cruza en una cafetería con un grupo de chavales de su barrio, uno de ellos ha conseguido un papel en una película sobre delincuencia 2 Fotograma de Navajeros juvenil. José le pide que le avise si queda algún papel libre y le contesta «Vale, pero tú para hacer de navajero no creo que valgas». Una referencia a la anterior película comentada y a uno de los mitos de El Jaro, también una premisa que nos deja saber que las intenciones de Colegas no son las mismas que Navajeros; en esta ocasión el paro juvenil, las desigualdades sociales y la falta de oportunidades para los jóvenes obreros son los protagonistas.
Esta vez los personajes no son una representación concreta sino un arquetipo que podría representar a los jóvenes de la época, no nos encontramos ante famosos delincuentes sino gente anónima y cotidiana.
¿Qué tiene Trainspotting que no tenga El pico?
Fotograma de El Pico
Sin duda la cumbre de Eloy de la Iglesia vino con El pico (1983). La heroina corría por las calles, el proceso de enganche, los límites, los primeros contactos con las clases marginales y la eterna lucha contra el ‘mono’. Un grupo de chavales sobreviviendo a la misma droga a la que estaban enganchados en la vida real.
El pico introduce ademas con gran fuerza el enfrentamiento entre la Guardia Civil y el movimiento de independencia vasco, un conflicto de gran importancia con la llegada de la democracia a España.
Fotograma de El Pico
Paco, hijo un guardia civil destinado a Bilbao, y Urko, hijo de un conocido político abertzale, son grandes amigos a pesar de las claras diferencias de sus familias; van al mismo instituto, salen a los mismos locales… se inyectan heroína con las mismas jeringuillas. Con el tiempo tienen que meterse a camellos para poder seguir costeando la droga. Comienzan a vender para “El Cojo”. Ambos suelen visitar a Betty que se prostituye para poder pagar su adición. Paco ademas mantiene una relación homosexual a escondidas con un escultor, interpretado por el único actor reconocido del reparto: Enrique San Francisco.
Una tras otras las desventuras de los personajes, especialmente Paco, conducen a la película a un final apoteósico, digno de una joya del género.
El pico 2 supondrá el regreso de Paco, esta vez junto a “El Pirri” otro delincuente juvenil madrileño, y retrata el siniestro panorama carcelario de la España de los 80.
Solo entiendes lo que sucede en las calles del barrio si eres del barrio
La ultima obra del género quinqui de Eloy de la Iglesia sería La estanquera de Vallecas (1987). Esta es la segunda adaptación literaria en la filmografía del director vasco y también la película anterior al retiro que le haría abandonar el cine durante un largo periodo de tiempo. Adaptación de la obra de Henry James, mantiene el discurso acerca de la manipulación de la delincuencia por parte de las clases políticas y los medios de comunicación.
¿Qué ha pasado con el género quinqui?
No solo no se ha extinguido sino que nos encontramos ante un nuevo auge de este género, quizás por unas condiciones de descontento mucho mas visibles, quizás porque esa clase trabajadora que se mostraba en los 70/80 jamas despareció sino que seguía ahí buscandose la vida como siempre.
Quinqui Stars (2018), un documental en el que el protagonista está rodando un documental. El director es Juan Vicente Córdoba. El Coleta, protagonista y director ficticio, busca entrevistar a algunos nombres importantes del cine quinqui y aunque su interés principal es la música de las películas también deja lugar a otros temas. Entrevista a José Sacristán, uno de los protagonistas Navajeros, de Eloy de la Iglesia. A Quique San Francisco, que estaba también en Navajeros y El pico. Aunque su obsesión es poder entrevistar a Carlos Saura, director de Deprisa, Deprisa, titulo homónimo de uno de los temas de El Coleta.
Las leyes de la frontera (2021) dirigida por Daniel Monzon y adaptación literaria de Javier Cuerdas. Ha sido el fenómeno mas reciente y ha vuelto a poner el género quinqui en boca del público general. La trama gira alrededor de Nacho, o “el gafitas”, un chico que sufre bullying y que encuentra un refugio en un grupo de pequeños delincuentes del barrio chino de Gerona. El puente de San Agustí es la frontera física entre dos mundos y la historia trata como Nacho se mueve entre ellos, como debe decidir qué camino seguir en la vida; lo bonito de esta película es lo bien que retrata esa decisión que todos debemos tomar, al fin y al cabo, porque estamos sujetos a circunstancias no elegimos pero somos lo que hacemos con ello.
Las leyes de la frontera
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