In_ierno, de Daniel Osuna Hernández. Un viaje a bordo del verso por las desidias y las amargas contradicciones del amor. Cuatro meses, cuatro poemas. Será in(f)ierno, o será el in(v)ierno, llámalo "amor".
Julio.
Cuéntame tus historias y secretos,
aquí a mi lado para esnifar tu olor,
y deja que me cuelgue de tu cuerpo
para poder ver todo de otro color.
Derríteme con tu mirada azul,
susurrándome algún poema,
hasta que mi cuerpo sea fondue,
para mojar tus labios de fresa.
Agárrame fuerte de la mano
o me perderé en tu interior.
Préndete como un habano
para poder fumarme tu calor.
Bailemos, bien pegados,
que se una hasta nuestro sudor.
La música está in crescendo...
Bailemos, sin vergüenza ni pudor,
que de fondo se oye nuestra canción.
La música suena con intensidad de rock...
Cortocircuito. Fin de la función.
Aplausos, flores, besos, cohetes,
y el foco de un faro cegador.
Dime todo lo que me quieres
a la cara, a los ojos y al oído.
Déjame que siga imaginando
que de mí aún no te has ido...
Noviembre.
De lejos te escucho volver,
despiertas al erizo de mi piel.
Mucho ha debido de llover, porque
reconozco en ti el rostro de Luzbel.
Escarpias frías, no acaloradas...
Antes hacías que no temiese a nada
Busco en ti,
mis ojos no adivinan tu rostro.
Te busco a ti,
sin importar cual sea el costo
Suspiro y pienso:
¿dónde dejaste la pasión?
Ahora soy un ser descafeinado
que ya no te provoca adicción.
Mi ángel alado,
volaste muy lejos,
y dejaste solo tu cuerpo.
Aún no me he acostumbrado
a tu mirada furtiva
ni al veneno de tu saliva.
Témpanos que penetran mi alma
y la hacen sangrar.
Debe ser por el tiempo que viene,
pero mi llama se apaga
cada día un poquito más.
Sobre mí se cierne un gran peso
que casi no me deja respirar.
Grito tu nombre en silencio
por si escucho tus pasos venir.
Ahora tus ojos son fríos,
no te veo triste, ni feliz.
Ni siquiera escucho tus latidos,
no sé en qué punto te perdí.
Agosto.
Una caricia después de meses.
¿Qué es lo que quieres de mí?
“Solo estar contigo”, respondiste.
Yo ingenuamente sonreí.
Parece que de la nada apareces.
Todo empezaba a estar superado,
incluso tenía a fuego grabado
eso de que ni siquiera me mereces.
En principio no me convences,
pero me acabo dejando llevar.
Por favor, aún no me beses,
pellízcame por si no eres de verdad.
Es volver a olerte y sentir
que necesito una dosis,
pero que no sea de realidad.
Pensar en si es lo correcto y mentir
para calmar esta psicosis,
estoy viviendo en continua ansiedad.
Miradas y palabrería fácil,
sabes bien cómo me puedes seducir.
Comunión audiovisual y lingüística,
sabes bien lo que me gusta de ti.
Ay, esa dulzura tuya…
Tan insana para mi corazón diabético,
que rebosa litros de amarga absenta,
en recuerdo a la amargura de tu ausencia.
Vuelves a tenerme para ti.
Deja que vuelva a probar de tu acidez
para divertirnos como hacíamos ayer.
Es incluso más fuerte
de lo que recuerdo la última vez.
La cama y las paredes se mueven,
empiezo a sentirme fuera de mi ser.
Me levanto y vuelo más y más alto,
hasta estar por encima de las nubes,
mientras mi cuerpo comienza a arder.
Sin control río con absoluta locura,
empiezo a llorar de placer.
Suspiro profundamente,
y de los cielos comienzo a descender.
Siento que me desmayo,
otra vez en tus brazos vuelvo a caer.
Diciembre.
Puntos suspensivos y seguidos
para alargar lo interminable.
Pastillas, ginebra y maquillaje
para curar lo que es incurable.
Mi parte inocente pregunta
qué hay en lo más profundo de ti,
ahora con la insignificante diferencia
de que contigo mi dicha ya rendí.
Muy frustrante es reconocer
que te necesito en mis venas,
aunque me consumas por dentro
y seas el origen de mis penas.
Dolorosas punzadas en el alma
a veces me traen la dosis
que me hace estar en calma.
Acabas conmigo,
pero no por placer.
Lo haces por mí, dices,
cuando mi cuerpo quieres poseer.
Me matas.
Pero lo haces sin querer,
eso es lo que me digo
cuando solo quiero desaparecer.
De repente vuelves a sonreír…
No puedo estar contigo ni sin ti.
Una caricia después de meses,
¿qué es lo que quieres de mí?
Venenosa amalgama de sentimientos
complejos, de arte mayor.
Vidas atadas a un eterno ciclo,
llámalo “amor”.
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