La danza es una clave fundamental en el compromiso con los problemas contemporáneos, además de una vía muy eficiente en la transformación del vínculo socioemocional de las personas, algo tan deteriorado en una etapa como la que vivimos en la actualidad.
Consideramos que los pequeños gestos son la base de los grandes cambios.
El artista, a lo largo de la historia, ha sido y es un agente social de transformación de gran importancia en nuestro ecosistema. Y la danza es una clave fundamental en el compromiso con los problemas contemporáneos, además de una vía muy eficiente en la transformación del vínculo socioemocional de las personas, algo tan deteriorado en una etapa como la que vivimos en la actualidad.
Aquella idea de que el fin último de la danza tenía que ser la belleza quedó muy lejos. Un alto porcentaje de la danza contemporánea vibra con su tiempo, intenta generar corrientes de opinión, observa la sociedad con sentido crítico, refleja lo bueno y lo malo de nuestro sistema de vida… y a veces, lo hace incluso desde la belleza, lo abstracto, lo raro, lo racional o lo exótico.
Este nuevo paradigma implica una ruptura de los lenguajes tradicionales, nuevas percepciones del mundo que crean nuevos pensamientos. La acción social como arte en la danza, se materializa a través de estrategias artísticas que ayudan a guiar al espectador en la tarea de desentrañar qué quieren decir las imágenes que surgen. De esta manera, se unen pensamiento, entorno y compromiso a artista, obra y espectador.
Es muy interesante como la mayoría de manifestaciones artísticas en la danza contemporánea actual destacan la evolución del compromiso ético del artista hacia problemáticas y sus implicaciones en la escena actual.
Fijándonos en el panorama nacional de los últimos meses, podemos destacar varias obras de danza contemporánea donde se han llevado distintos aspectos sociales del presente al escenario:
Coronavirus
¿A qué distancia se puede considerar segura una persona? Esta es la reflexión y el motor de movimiento que plantea Itsaso A. Cano, directora de Zuk Performing Arts, en A metro y medio. En este proyecto se lanza una reflexión al público acerca de la nueva manera de relacionarnos, los cambios en nuestra rutina diaria, y el motor del miedo que en los últimos tiempos se ha convertido en un compañero de viaje. En tiempos de Covid, el cuerpo está limitado por el distanciamiento social, modificado por la necesidad de las mascarillas y los desinfectantes... Con este nuevo escenario, ¿es posible la creación colectiva en danza? Sin duda, aunque con ciertos matices.
I. A metro y medio, Zuk Performing Arts
Anhedonia
Aunque no estemos muy familiarizados con esta palabra que define un comportamiento, seguro que todas lo hemos vivido o identificado en algún momento de nuestra vida. Hablamos de la anhedonia como la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades de la vida. El joven creador Iker Karrera reflexiona sobre este asunto en su producción No pleasure. A través de la fusión de su propio lenguaje con diferentes géneros de danza, apuesta por abrir nuevos caminos y conectar con nuevos públicos. Esta pieza, más que de los límites del placer, parece hablar de sus limitaciones, de la imposibilidad de encontrar verdadera satisfacción en lo que socialmente ha sido declarado divertido. ¿Qué hacer cuando ya no sientes nada?
No pleasure, Iker Karrera
Imagen
La vida como performance. Este es el tema atemporal que aborda Marina Mascarell en su última entrega: Valley. Creación atrevida y coherente sobre la condición humana, de principio a fin, haciendo un uso formidable del escenario y de los bailarines. ¿Cuál es el valor que le damos a nuestra imagen en una sociedad que nos ha hecho adictos a la exposición en las redes sociales? Como dice Mascarell:
"Todos tendemos a seguir un manuscrito y desempeñar nuestros roles hasta que la vida misma se convierte en un espectáculo. Tanto para los espectadores como para nosotros mismos".
Valley, Marina Mascarell
Plástico
La nueva creación de la bailarina, creadora y gestora murciana Irene García, se introduce de lleno en la reflexión acerca de una de las problemáticas medioambientales más preocupantes de la actualidad: la contaminación por plástico. Plas!tic es un proyecto con fines didácticos para toda la familia, que navega a través de un mar de fantasía tan divertido como peligroso. Un viaje hacia la responsabilidad. Con un equipo multidisciplinar y el sentido del humor que tanto caracteriza a la compañía, se fomenta el conocimiento del medio natural, social y cultural a través del aprendizaje creativo para inculcar herramientas de acción y hábitos sostenibles.
Plas!tic, Irene García
Protestas
La coreógrafa venezolana Mey-Ling Bisogno lanza una reflexión inspirada en "la nueva resistencia", esta juventud de países (considerados tercermundistas) en conflictos, que se unen para desafiar el poder establecido. Pep Box 350°, Los soldados de franela, plasma la poética que emana de estos jóvenes que resistiendo, reinventan un universo, dibujan cartografías vírgenes, mapas inexactos de su destino y el de los otros. El montaje además implica un taller con bailarines locales que terminan poniendo en pie esta contundente propuesta sobre el ímpetu juvenil. ¿Hasta dónde puede llegar el espíritu de libertad y rebeldía que moviliza a la juventud?
Pep Box 350°, Los soldados de franela. Mey-Ling Bisogno
La danza entonces ha permitido compartir preocupaciones sociales, que van desde la creación de identidades personales hasta culturales, reuniendo diferentes elementos propios de la sociedad para reflexionar acerca de esta, de las diferentes ideas, opiniones, preocupaciones que nos atañen en el presente y el futuro.