Coming Together (Pablo Molero, 2012), donde, a través de un análisis del texto de Melville y la obra musical de Rzewski, se muestra una creación elaborada y singular, que nos hace reflexionar acerca de la idea del paso del tiempo.
Fotografía de Coming Together, a cargo de Pablo Molero, 2012
Samuel Melville (su nombre original era Grossman; tomó el nombre de Melville del novelista renacentista estadounidense) fue un dibujante que se radicalizó con el apartheid cuando su empresa le obligó a trabajar en las nuevas oficinas bancarias de Sudáfrica. Se volvió cada vez más activo en las manifestaciones políticas, que se convirtieron en una serie de atentados en 1966 (El término acuñado por los historiadores de los años 60 para este tipo de protesta fue “terrorismo responsable”, donde solo se destruye la propiedad y donde el objetivo es uno de importancia política. Esto se distingue del terrorismo reciente en el que la pérdida de vidas humanas es intencional y los objetivos se eligen por su impacto dramático o facilidad de acceso). Melville se declaró culpable de conspirar y poner una bomba en el Edificio de Oficinas Federales de Manhattan y fue trasladado a Attica, donde se convirtió en uno de los líderes de la rebelión de la prisión a la que fue enviado. Fue abatido durante el levantamiento de presos en esta misma.
Sam Melville, agosto de 1966
Un libro de cartas que escribió desde la cárcel fue publicado posteriormente Letters from Attica, y el compositor Frederic Rzewski tomó su texto para crear la obra Coming Together de la carta de Melville del 16 de mayo de 1971:
“Creo que la combinación de la edad y el mayor acercamiento es responsable de la velocidad del tiempo que pasa. ya son seis meses y puedo decir con sinceridad que pocos periodos de mi vida han pasado tan rápido. tengo una excelente salud física y emocional. sin duda hay sutiles sorpresas por delante, pero me siento seguro y preparado. En la brutalidad indiferente, el ruido incesante, la química experimental de la comida, los desvaríos de los hombres histéricos perdidos, puedo actuar con claridad y sentido. soy deliberado -a veces incluso calculador- y rara vez empleo el histrionismo, excepto como prueba de las reacciones de los demás. leo mucho, hago ejercicio, hablo con los guardias y los reclusos, sintiendo la dirección inevitable de mi vida.”
El resultado de la obra musical es una pieza que recuerda a la idea medieval de un canon, instrucciones –a menudo deliberadamente crípticas - para obtener música polifónica a partir de una sola línea. Pero dentro de la rigidez de la regla está la flexibilidad de la improvisación, y esta yuxtaposición de control e imprevisibilidad puede sugerir algunas de las contradicciones de la vida carcelaria en la metáfora musical.
Rzewski, Coming Together, 1971
Era necesario contextualizar la dramaturgia de la obra de danza contemporánea Coming Together (Pablo Molero, 2012), donde, a través de un análisis del texto de Melville y la obra musical de Rzewski, se muestra una creación elaborada y singular, que nos hace reflexionar acerca de la idea del paso del tiempo.
Fotografía de Coming Together, a cargo de Pablo Molero, 2012
Podemos pensar en el tiempo, no como un fenómeno independiente, sino como la relación entre una persona y la experiencia de un evento. La música de la obra es minimalista, no hay una estructura jerarquizada y el movimiento continuo fácilmente puede implicar la inmovilidad. Esta está en armonía con la descripción de la carta de Melville, que habla sobre la experiencia del paso del tiempo de la vida en la cárcel, presente en la música, que expresa un sentido de atemporalidad, un estado de ánimo entre el caos y el vacío. La coreografía está en constante movimiento, sin embargo, nunca llega a ninguna parte en especial. La experiencia es estática a pesar del movimiento constante en la música, al igual que el texto.
Pablo Molero, Cía Aula Danza. Coming Together, Poitiers 2012
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