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         ISSN 2792-5110

HABLA DE ARTE®

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Inés Álvarez Díaz

Clement Greenberg: el crítico del expresionismo abstracto

La crítica del expresionismo abstracto empezó a decaer con la aparición de movimientos como el arte pop y la posmodernidad. Aun así, la huella de Greenberg permanece en la actualidad en referencia a lo kitsch o pastiche.


Clement Greenberg (1909-1994), crítico de arte.



El expresionismo abstracto es considerado como la primera vanguardia norteamericana. Convirtió la ciudad de Nueva York en el máximo exponente de la modernidad artística dentro de un contexto muy concreto, finales de la II Guerra Mundial e inicios de la Guerra Fría.






Fig 1, 2, 3 y 4. Jackson Pollock, Mark Rothko y Franz Kline, artistas pertenecientes al movimiento del expresionismo abstracto. Obras: Jackson Pollock (Action painting I, 403), Mark Rothko (Rothko Chapel), Franz Kline (Black Reflections, 1959).


El movimiento estaba protagonizado por la denominada Escuela de Nueva York, aunque no se trate de una escuela en el sentido estricto de la palabra. Este nombre fue consolidado por el crítico Clement Greenberg, quien rechazó el arte europeo.


Una de las influencias que encontramos en el terreno del expresionismo abstracto viene de la mano de Picasso en 1939, cuando la pintura del Guernica visita Nueva York.


Debido al contexto en el que se encontraban los artistas neoyorquinos, observaron en aquel mural la posibilidad de hacer un arte que expresara una conexión entre el autor, es decir, su mundo interior, con los problemas de su tiempo. Así afirmarían el papel del artista como individuo en una sociedad.


Contemplaban la necesidad de expresar significados trascendentes incluso en el caso de obras abstractas, rompiendo con el malentendido que, identificada a la pintura realista como única para representar el marco político, y que tanto destacó en la escena americana durante los años treinta. Además, se encontraban en un compromiso con la modernidad estética y los problemas sociales y políticos de su tiempo. Fue Picasso quien unió estos compromisos, creando uno consigo mismo. Así estableció que ninguna creencia, fuera estética o política, debía de significar la renuncia o la imposición de una idea. También reconoció la carga emocional que se encontraba de manera consciente en el Guernica, un reflejo de sus propias emociones e indignación frente al bombardeo de la ciudad vasca.


Estos conceptos estaban relacionados con las ideas que más tarde recogerían los expresionistas abstractos y a la necesidad de responder con un arte violento a momentos de gran violencia.


A los artistas neoyorquinos del expresionismo abstracto también les beneficiaba la posibilidad de ser completamente modernos sin renunciar a los contenidos y el compromiso del artista a nivel vital.


Jackson Pollock, principal artista del expresionismo abstracto, se sintió identificado con la obra y pensamiento del artista, intuyendo que su trance creativo había adelantado al suyo propio. Asimismo, Robert Motherwell; figura destacada de la llamada Escuela de Nueva York, también se encontraría fascinado por la obra de Picasso, algo que podemos ver reflejado en su celebre serie de pinturas y grabados titulados “Elegies to the Spanish Republic”.


En el terreno de la crítica del arte destacamos la imagen de Clement Greenberg, quien relacionaba la modernidad con el proceso de autocrítica que Kant había iniciado, es más, le consideraba el primer moderno verdadero.


Partiendo de la base de Kant, se deberían de dictar las características de cada doctrina para diferenciarlas entre sí y comenzar el proceso de autonomía del arte. Si se podía eliminar aquellas características pertenecientes a diferentes movimiento la pureza del arte sería mayor y en su defecto el resto.


La fama de Greenberg creció con la de los expresionistas abstractos.


Greenberg defendía que el arte podría tener el mismo proceso que la religión, la cual se quedó estancada en el tiempo, sin asumir ese proceso de crítica y con ideas que no concuerdan con las nuevas sociedades.


El arte se encontraría entonces en su propio servicio, sin necesidad de la religión o el Estado. Se plantearía la cuestión de que función y que límites tiene el arte, igual que en la actualidad. Además, tenía claro lo que diferenciaba la pintura de la escultura: el carácter bidimensional de la superficie pictórica. Abogaba como el arte realista había ocultado la condición bidimensional de la superficie pictórica, mientras que la pintura moderna la destacaba

Greenberg repetía sin descanso que, desde la pintura de Manet, los movimientos artísticos habían supuesto una ruptura con el pasado. También destacaba la figura de Courbet como uno de los primeros pintores de vanguardia verdaderos.


Jackson Pollock en la revista LIFE, 8 de agosto de 1949, pp 42-43.


Cuando se trataba de Pollock destacaba su originalidad. Defendía que todo arte original al principio parece ‘’feo’’, y que la obra del artista, aunque parezca de mal gusto, posee una voluntad de parecer ‘’fea’’ desde un punto de vista contemporáneo.


Mientras tanto, para Greenberg la originalidad era el problema de otros artistas abstractos, como es el caso de Arshile Gorky. Diagnosticaba en el artista una incapacidad para encontrar un camino a seguir, debido a que en 1944 dejó de lado las tendencias de Picasso y Miró, sustituyéndolos por Kandinsky y Matta, quienes no eran de agrado para Greenberg. Opinó que este cambio convirtió a su obra en algo menos serio y potente.



Fig 7 y Fig 8. Arshile Gorky en su estudio. The Leaf of the Artichoke Is an Owl, óleo sobre lienzo, 1944.


Las críticas de Greenberg siguen un razonamiento diagramático. El control de las limitaciones que impone el medio, es decir, el artista, establece los hilos de la red, destacando así las figuras de Miró, Motherwell o Pollock.


Cuando en 1951, este último artista mencionado, pinta una serie de cuadros con solo líneas negras, lo cual supone un cambio en su perspectiva artística, Greenberg considera que comienza la crisis del expresionismo abstracto.

Atribuía esta crisis a que los artistas del movimiento hubieran conservado un contraste de valores, con la oposición de la claridad y la oscuridad en los colores. Así, aparecen una serie de nuevos pintores que deciden renunciar a estos criterios. Se trataban de Clifford Still, Barnett Newman y Rothko.


Una crítica que recibió Greenberg fue el hecho de instrumentalizar la historia e imponer una teoría, además de solo apreciar a los artistas que siguieran esta norma, dirigiendo sus trabajos.

La experiencia estética para Greenberg era inseparable de la naturaleza sensorial de los diferentes medios artísticos.

La postura alternativa al pensamiento de Greenberg se trataba de Harold Rosenberg. Destacaba la importancia de la ejecución, mientras que Greenberg nunca le dio importancia a esta cuestión, debido a que solo le interesaba el resultado final.


Uno de los textos fundamentales para comprender como se desarrolló el arte pos vanguardista y como la figura de Greenberg fue clave en el ámbito norteamericano, controlando el panorama crítico, fue el escrito por él mismo y titulado ‘’Vanguardia y kitsch’’.




Fig 9. Clement Greenberg en 1961.


La crítica del expresionismo abstracto empezó a decaer con la aparición de movimientos como el arte pop y la posmodernidad. Aun así, la huella de Greenberg permanece en la actualidad en referencia a lo kitsch o pastiche.


Vídeo del crítico hablando acerca del arte pop


Definía el kitsch como el atractivo que lograban ciertas imágenes, fueran visuales o literarias, sobre una población anónima. Dichas imágenes ponían de lado al arte moderno, porque eran comprensibles y claras, pretendían ser herederas del gran arte.


Para Greenberg, lo kitsch imita la repercusión del arte olvidando sus raíces. Es algo que puede asimilarse fácilmente, además de que el Estado pueda usarlo en su beneficio.

Se retoma la idea del abstracto como algo incompresible al público anónimo, debido a que te obliga a pensar. El arte que se encontraba antes de las vanguardias era para Greenberg aquel de fácil comprensión, y que destacaba como arte europeo.


Aun así surge la problemática de que en el momento en el que el arte fuera comprensible para el público de la época, para Greenberg ya no tendría función, y entonces podría morir. Algo que atormento a los críticos de la época durante aquellos años.






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