Inspirado por esos símbolos de Las flores del mal, el libro que me hizo verdaderamente amar la poesía, me propuse rendir homenaje al que sí es poeta maldito, el poeta maldito por excelencia, con un poema en el que trato de recoger la esencia de su precioso simbolismo a través de la Laguna Estigia, convertida en lo que el lector quiera y desee, o por infortunio no desee.
Postal y fotografía de Charles Baudelaire
Estigia
Pusieron precio a mi cabeza los espíritus guardianes del lago de agua verde clara en el que algún día me perdí. Maldito día en que aquel abismo me reflejó sereno y feliz.
Suelto el timón, el rumbo es de cobardes y yo soy el capitán aquí. Salto al vacío, de salvavidas me desquito pues todas ellas las ofrecí.
Suaves brazos me mecieron a la hora de dormir, no enfrento a la corriente, a su frío beso yo obediente, no soy nada más que agua y en agua verde me convertí.
Oh capitán sumiso embriagado por el dulce anís, cegado por la niebla espesa del otoño sempiterno y gris, que no permite a la luz entrar ni a la voz salir.
Puedo entreabrir los ojos.
Ahora tan solo veo a un reflejo líquido fluir. Nadando sin destino, sin fuerzas nadando, en esta nada incolora ya no se busca revivir.
El paso de la laguna Estigia, Joachim Patinir, 1520
El sol y la rosa no regresan, penetra mi coraza un frío sutil que pinta mi sangre púrpura, el rojo ya lo arrancaste de mí. Bermellón alegre y fogoso que nunca pude encontrar en ti.
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